«Se desentendió desde el principio», relató su madre ante la jueza, con una mezcla de resignación y firmeza que revelaba años de lucha en silencio. Según lo asentado en la causa llevada a cabo por el fuero de Familia de Cipolletti, Río Negro, el hombre no solo había ignorado sus responsabilidades parentales básicas, sino que había bloqueado a su hija en todas las formas posibles: redes sociales, llamadas telefónicas, mensajes. Era como si hubiera decidido borrar todo rastro de su existencia.
El padre nunca asistió a reuniones escolares, festivales de danza, ni siquiera al hospital cuando la niña enfermó gravemente a los cinco años. Informes de trabajadores sociales confirmaron una realidad desgarradora: el hombre no mostraba intención de mejorar el vínculo. «Es como si no existiéramos para él», declaró la madre durante una de las audiencias ante la jueza de Familia de Cipolletti
Mientras su exmarido desaparecía en la bruma del desinterés, la madre se convirtió en el pilar que sostenía la vida de su hija. Desde las primeras palabras hasta las tablas de multiplicar, fue ella quien enseñó todo, quien llenó los espacios vacíos.
Mientras, el progenitor también obstaculizaba decisiones clave, como los permisos para que la niña viajara al exterior. En varias ocasiones, la imposibilidad de contar con el permiso paterno frustró oportunidades de esparcimiento para la persona menor, según quedó asentado en la causa.
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