En un gesto cargado de simbología y esperanza, el Papa Francisco ha vuelto a poner sobre la mesa uno de los temas más acuciantes para las naciones en desarrollo: la condonación de la deuda externa.

Aprovechando el inicio del nuevo año y la Jornada Mundial de la Paz, el Sumo Pontífice hizo un fervoroso llamado a los países de tradición cristiana para que consideren cancelar o al menos reducir considerablemente las deudas de aquellos países más pobres. Este pedido resuena con especial énfasis en el contexto del Jubileo, un año celebrado por la Iglesia Católica que invita a la renovación espiritual y al perdón.

En su mensaje, transmitido desde el balcón del Palacio Apostólico ante miles de fieles, el Papa Francisco destacó que, al igual que Dios es el primero en ofrecer el perdón, la humanidad debe encontrar la manera de traducir esta magnanimidad al ámbito social y económico. «Dios nos pide que nadie sea aplastado por el peso de las deudas», pronunció, «y que logremos ver a cada individuo y cada comunidad libre de cargas económicas injustas». Este llamado se complementa con otro importante deseo papal: el cese inmediato de los conflictos armados que asolan diferentes regiones del mundo.

En su alocución, el Papa extendió sus esperanzas para que cesen la guerra y las hostilidades en «la martirizada Ucrania, Gaza, Israel, Myanmar» y también mencionó la provincia de Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo. Francisco expresó su profundo agradecimiento hacia todas las personas e instituciones que están trabajando arduamente en pro del diálogo y las negociaciones pacíficas.

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