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Él tiempo de Navidad nos trae muchos mensajes, uno de ellos es «El cielo baja a la tierra, es el mismo Dios que entra en nuestra historia, nos trae luz, esperanza, vida en abundancia, nunca estamos solos».

Al celebrar la Navidad, rememoramos el nacimiento del niño Jesús, quien con su venida nos renueva la fe, la esperanza, el amor; esto significa que cada uno de nosotros podemos nacer. Hay muchos modos de volver a nacer y «Él puede a hacer nuevas todas las cosas, nada es imposible para Él».

Nacer de nuevo, incluso sea cual fuera la condición en que nos encontremos, ¿nacer a qué? nacer a una nueva manera y modo, nacer a tener nuevos ojos a la hora de decidir o evaluar, nacer a posibilidades y soluciones que creíamos imposibles o perdidas, nacer a volver a apostar a la vida con mejor calidad, nacer a adquirir salud del alma y del cuerpo, nacer a confiar y creer en el amor etc.

Al niño Dios en su grandeza, poder y misericordia no se le escapa nada, está atento a todo, ve en lo secreto de cada corazón y circunstancia. Dios en Jesús se hace cercano, no pide perfección ni méritos, simplemente que confiemos en su intervención y que no pongamos resistencia a su amor transformador.

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